Por Alí García.
Si no haz vivido bajo una roca en estos últimos años habrás escuchado hablar de Malala Yousafzai, aquella joven pakistaní de 17 años que en el 2012 fue mundialmente conocida por el atentado contra su vida debido a que dio a conocer la realidad de su mundo, aquella que también en 2014 ganó el nobel de la paz, convirtiéndose en la persona más joven en ser galardonada con este premio que solo unos cuantos se pueden jactar de haber recibido uno. También podemos hablar de ella como una activista pro derechos civiles, bloguera y estudiante. Pero, ¿cuál es la historia de Malala, cual es la historia de su ideología?
Esto es lo que nos cuenta el director Davis Guggenheim en su documental He named me Malala (2015) basado en el libro I am Malala (2013) de Christina Lamb y Malala Yousafzai. Un filme donde combina acertadamente la animación con el documental para contarnos lo que sucede en Pakistán con el conflicto armado de los talibanes y como se la vida se ha transformado, en especial de las mujeres, debido a las decisiones extremistas de este grupo. Decisiones
Así, tanto Guggenheim como la historia nos demuestra que una idea, una vez sembrada y cultivada, puede trascender fronteras y culturas más allá de quien la creó, dando pie a pequeños cambios que pueden convertirse en un nuevo futuro gracias a esta era de sinergia global.
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